viernes, 18 de enero de 2013

SUFRIMOS PORQUE IMPORTAN

Ya estamos en el 2013 y de momento la entrada no ha podido ser peor. He empezado el mes con una gripe y una bronquitis aguda con principio de neumonía, pero bueno, en estas fechas y tal y como está la climatología ultimamente, creo que es lo normal y como está casi todo el mundo.

De momento sigo con tos, pero en comparación a como estaba hace unos días, la verdad es que estoy echa una rosa, aunque no me quejo, porque prefiero estar mala yo, a que lo esté Juan Carlos, que bastante tiene ya, o mi pequeño ahijadito, que también está pachuchillo y me da una lastimica, porque además, como yo estoy así no he ido a verlo para que no se pusiera peor y cuando lo oigo por teléfono decirme que está malito, se me cae el alma a los pies y yo le digo que su padrino va a ir a verlo y se va a traer el bicho y lo va a tirar a la basura para que él se encuentre mejor y el asiente y me dice que sí, que lo tire y que lo mande al infinito. Jo, pobrecillo. Es que son tan indefensos, tan frágiles, tan tiernos. Dependen tanto de nosotros, los mayores, para sentirse seguros, a salvo, cobijados.

A veces lo oigo llorar y sufro mucho porque, además de quererlo un montón, es que es de esos críos, que tiene una vocecita que lo hace todavía más tierno, más dulce, y hay muchos momentos en los que me planteo si yo podría ser una buena madre, si no soy de las que sufre en exceso y eso me condicionaría a la hora de poder criar a un hijo porque quizás lo agobiaría en exceso, lo super protegería y lo convertiría en uno de esos niños que no sabe dar un paso sin su madre y creo que no hay nada peor que eso para la formación de un niño, que no dejarlos aprender a ser ellos mismos poquito a poco y yo no sé si siempre he sido así o ha sido a raíz de lo que me hicieron con Ángela, que tengo un afán de protección y de miedo exagerado cuando me pongo a pensar en cualquier cosa que pudiera pasarle a él o si tuviera otro hijo.

Supongo que tendría que aprender a ir relajándome poco a poco e ir viendo que todo fluye, que todo funciona, que en el aprendizaje de ellos está también el nuestro y que aunque sufriera por ciertas cosas, es necesario que se caigan una y mil veces para aprender a dar pasos. Uf, ¡es tan difícil!. Lo pienso y no sé si soy demasiado fuerte para poderlo soportar porque cuando veo a mi amiga-vecina o a mi cuñada, por ejemplo, darles de comer siempre estoy en vilo pensando en que se van a atragantar porque el trozo es demasiado grande o duro y no me doy cuenta de que eso tan sencillo, forma parte del instinto, que es algo innato, y que todos hemos pasado por eso, como el respirar, y  aprenden a blandearlo, a deshacerlo, a apretarlo contra el paladar y a ir tragándolo poco a poco sin que pase nada de nada. Pero no puedo evitarlo, aunque llegado el caso, haría todo lo posible por aprender a llevarlo, porque no sería justo ni bueno para una parte ni para la otra.

En fin, que supongo que el ser padres lleva consigo mucho de todo esto, porque desde el momento en el que sabes que estás embarazada, empiezas a sufrir por ellos, queriendo que todo vaya bien, que ellos estén sanitos, que no haya ningún problema en tu vida para poder darles siempre el 100% de todo y aunque yo me quedé en la primera parte de su vida, ese sentimiento de protección, esa necesidad de cobijo, y ese sufrir constante, ya siempre me acompañaran con ella y espero que me haga fuerte.

Te quiero pequeñita. Te quiero. Te queremos vidita mía.