martes, 11 de diciembre de 2012

LAS CONEXIONES EN COLOR ROSA

Yo soy hija única, bueno tengo dos hermanos menores que yo, pero chicos. Me refiero a que no tengo hermanas y es algo que siempre he echado de menos. No sé, tener esa confidente amiga, esa mano dispuesta a apoyarte siempre, esa persona con la que poder compartir secretos de adolescente, alguien con quien poder ir de compras y dedicar una tarde de chicas, con quien pudiera tener la suficiente confianza como para sentirme totalmente cómoda estando en su casa o ella en la mía fuera la hora que fuera, una persona con la que nos riéramos de las mismas cosas, y sobre todo, una persona con la que tuviera la sensación de saber que no en todo vamos a estar de acuerdo y vamos a ver las cosas de la misma manera, pero nos respetaríamos y sabríamos ver y estar para lo importante.

 Aunque he tenido y tengo muchas amigas, siempre he buscado una relación especial, una "mejor" amiga, una amiga "preferida" con la que sentir un poco eso que yo creía que era distinto al tener una hermana. Y bueno,  en alguna ocasión he creído encontrarlo, pero luego, el sentimiento no ha sido mutuo, es decir, sí, hemos o somos muy buenas amigas, pero no hay esa conexión especial, bien por mi parte o bien por parte de ella, y además ya en alguna ocasión me he llevado un chasco o una desilusión cuando pasado un tiempo ves como es esa persona realmente o no es lo que a primera vista parece.
(Hoy por hoy, si creo tenerla y ser mutuo.)

Con mi madre tenía buena relación, pero no era esa relación maravillosa que a ella le hubiera gustado y que yo tampoco supe darle, no tenía con ella esa sensación de cómplice que me hubiera gustado tener con una hermana, porque supongo, que son dos relaciones distintas, por muy bien y estupendamente que te lleves con tu madre, al final, es tú madre.

Y bueno, es curioso y no sé muy bien por qué he necesitado en mi vida esa figura y es quizás en los últimos tiempos y concretamente hace unos días, cuando andando por Murcia, ya de noche, con frió y sola, al entrar en una calle muy conocida de aquí y con muchas tiendecitas, fui viendo a muchas parejas o tríos, de mamás e hijas y de mamás, hijas y cochecitos de bebé, viendo escaparates, hablando animadamente con otra pareja de mamá-hija, o trio de mamá-hija-cochecito y trio de mamá-hija-cochecito o quizás hermanas más cochecito, o mamá, hermana y hermana  (vaya trabalenguas) y la verdad,  es que sentí una profunda tristeza y una tremenda sensación de soledad, de vacío, de añoranza, de melancolía, y lo que se inició como una pequeño paseito de vuelta, se convirtió en una necesidad imperiosa de poder llegar a mi casa, llorar y sentirme refugiada y a salvo. Mi marido el pobre me consoló, pero no sé si a pesar de tener la compenetración que tenemos, llega por un momento a imaginarse esa sensación que a veces experimento, porque sé que a veces soy muy complicada y me cuesta poder expresarme para ser entendida.

Hija eras chiquita, pero tan tan grande, que dejaste un enorme hueco en mi vida. Te queremos.